Cuenta la leyenda que, la ciudad de Silca (en la provincia de
Libia), vivía aterrorizada por un gran dragón que asustaba a todos y causaba
daños entre la población y los animales.
Para tranquilizarlo, los habitantes del pueblo acordaron dar
al dragón una persona en sacrificio y para ello, todos los días, se realizaba
un sorteo en el que salía elegida la persona que debía ser entregada al dragón.
Uno de esos días la mala suerte le tocó a la hija del rey. Era
una mujer joven y bella muy admirada por los habitantes del pueblo, en especial
por su padre quien se resistía a entregarla en sacrificio. Al ver el
sufrimiento del rey muchos ciudadanos se ofrecieron para reemplazar a la
princesa, pero el rey se negaba a que otros tuvieran que pagar por la suerte de
su hija. Además, él era consciente de que su hija formaba parte del pueblo y
por tanto debía seguir las normas que hasta el momento se habían pactado.
La princesa abandonó la ciudad. Caminando sin prisa en
dirección hacia el gran dragón, se detenía algunos instantes para mirar hacia su pueblo con
gran tristeza y resignación. De pronto, cuando menos lo esperaba, apareció un
joven caballero con armadura montado sobre un caballo blanco. Al verlo, la
princesa le informó de los peligros que podía sufrir estando en ese lugar, pero
el caballero se negó a abandonarla y le dijo que él estaba allí para salvarla a
ella y a todos los habitantes del pueblo.
Este caballero llamado Jorge, se enfrentó al dragón tan pronto
como este apareció. Libraron una gran batalla hasta que el caballero le
incrustó una gran lanza al dragón en el pecho. De la sangre que derramó el
dragón nació un hermoso rosal que Jorge entregó a la princesa después de haber
ganado la batalla.
Así nace la tradición de que, el día 23 de
abril, día de San Jorge, todos los enamorados le regalen una rosa a sus
novias.
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